


Tras el encuentro fortuito con el amigo caracol, y ya de vuelta de mi recorrido, mi sorpresa ha sido grande de nuevo.
Encontré a las siempre escondidas lombrices de tierra, que seguramente salireron con la lluvia, a darse un remojon y que ahora con la luz del sol, les cuesta esconderse de nuevo y las que vi estaban rodeadas de terribles hormigas negras, hincando le sus dientes, y haciéndolas trozos, malditas hormigas tragonas, si lo se, es ley de vida, pero a veces da rabia ver estos comportamientos ladinos, sobre todo para las lombrices, animales que hacen mucho por los humanos y que pasan desde siempre desapercibidas.

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