Acabamos la Semana Santa, ya pensaba se acabaría mi suplicio de tragar saliva, y nada, aun me quedaba la guinda de la mona de Pascua, desde que conocí las tiendas Lidl, en las que habitualmente traen cosas de las que no estamos habituados a verlas, siempre me compro un par de gallinas de chocolate o conejos, lo que encuentre en ese momento, y se respeta en su lugar de alojamiento cuaresmal, hasta el Lunes de Pascua, entonces bien temprano se saca de su bolsa y al ataque, jajaja,

Bueno son anécdotas familiares que siempre viene bien recordar, nos arrancan una sonrisa.
Yo hoy me comí un huevecillo, pero no hay lunes de pascua sin probar la mona, aquí y en Cataluña, jajaja.
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